Este antiguo oficio heredado de la cultura musulmana es conservado, aún, en el taller de albardonería localizado en la calle Poeta Vicente Aleixandre, en el que se realizan los “aparejos” que utilizaban las bestias en las faenas del campo. Son los albardones: ropones, jarmas, mandiles, sobrejarmas, cinchas, esterillas…; todo se realiza con escasos instrumentos y materias primas muy elementales, como lona de algodón, paja de centeno, filos de badana, aguja, hilo de cáñamo y tijeras. Este oficio, al igual que el anterior, se ha visto mermado debido al desarrollo mecánico de la agricultura, estando presente éste más por su carácter cultural y tradicional que por su función primitiva.
En nuestra localidad ha habido siempre buenos tallistas, como es el caso de Antonio Arenas que desde los dieciséis años trabaja como oficial en el antiguo y conocido taller de Antonio Pedraja. El maestro Arenas ha hallado pasos de Semana Santa, aunque también destaca por sus cuadros realizados en madera.
Los antiguos herreros han ido derivando su actividad a otras como la carpintería metálica o la maquinaria agrícola. No obstante, esta localidad presenta varios talleres dedicados a la realización de piezas de forja propiamente dicha: balaustradas, escaleras, rejas y adornos en general.